Close your eyes...shawty (espero que os guste! :S)

Hello!!!!!!!! ^^
Pues nada, aqui voy a dejar una histo que estoy colgando en otro foro, a ver si os gusta ^^
os dejo el prologo a ver que os parece. Si alguien por casualidades de la vida quisiera colgarla en otro sitio o modificarla, adaptarla o algo me gustaria que me lo dijerais antes por favor. Comentad porfis!!!

“Y las olas me abruman, me fascinan, me atrapan, escondiéndome la realidad. Sueña. Vuela. Sonríe. Vive. Y que no pare nunca de llover”

• Prólogo 20 de Junio, 2002

En un día cualquiera, en un lugar cualquiera, en una ciudad cualquiera, el comienzo de algo que durará para siempre estaba a punto de suceder, y ninguno de ellos dos lo sabía todavía.
Era una bonita tarde de verano, en un día sin duda precioso, sin una nube que entorpeciera los brillantes rayos del sol, y una brisa que azotaba los árboles, emitiendo una música sin sentido que te hacía sentir volar.
Y en un pequeño parque de Stratford, una niña de unos 7 o 8 años, morena, con unos grandes ojos castaños; jugaba a perseguir mariposas, mientras su padre, un hombre de unos 30 años la observaba mientras leía distraído un libro de caza.
-¡Catalina! ¡No te alejes mucho de mí, ¿vale?!- le gritó desde un pequeño banco del parque.
-¡Vale papi no lo haré, no te preocupes!- le contestó la niña con una gran sonrisa, pero su padre ya no le prestaba atención. La caza del alce le tenía totalmente absorbido.
Catalina ya estaba acostumbrada a que papá no le prestara demasiada atención. Catalina sabía que su padre no la quería. Mamá decía que no pensara en esas cosas, que su padre la quería, a su manera.
Dejó esos pensamientos a un lado y corrió y corrió detrás de las mariposas, y cuando ya no pudo correr más, se sentó cerca de unos arbustos a seguir observándolas.
-Hola, ¿qué haces?- le preguntó un niño de no mucha más edad, con el pelo rubio y los ojos de color miel.
-Mirando las mariposas- le contestó Catalina sin mirarle.
-¿Por qué?- le preguntó interesado el niño.
-Porque me gusta mirarlas, son preciosas, ojalá yo también fuera una mariposa- dijo, esta vez girando la cara para ver quien se había interesado en ella y en lo que hacía.
-¡Oh! La verdad es que nunca me había fijado demasiado en las mariposas, pero mirándolas bien, si que son bonitas, sí. Me llamo Justin, ¿y tú?- dijo el niño con un amplia sonrisa de oreja a oreja.
-Catalina-le contestó la niña, devolviéndole una tímida sonrisa.
-Me gusta tu nombre, te queda bien. ¿Puedo sentarme a ver mariposas contigo? ¿Te molesta?-preguntó entonces Justin.
-No, el parque es de todos, adelante-le contestó Catalina, mientras volvía la vista hacia las mariposas.
Estuvieron un buen rato observando a las mariposas en silencio, incluso hasta hubo momentos en los que podían escuchar perfectamente sus aleteos. Catalina iba al parque a mirar a las mariposas siempre que podía. Pensaba que eran muy bonitas, y que si estaba cerca de ellas también podía llegar a ser igual de bonita.
-Catalina, ¿quieres que seamos amigos? -dijo Justin, rompiendo el silencio.
Catalina giró lentamente la cabeza hacia él y le miró intentando adivinar si realmente se lo estaba diciendo en serio o solo le estaba tomando el pelo, como ya le había pasado otras veces. Él le enseñó una brillante hilera de dientes blancos. Su mirada no parecía esconder burla alguna.
-¿Por qué?- preguntó algo recelosa.
-¿Y por qué no?- le contestó, devolviéndole la pregunta, sin quitar en ningún momento esa sonrisa.
Esa pregunta sorprendió a Catalina, quien finalmente asintió con la cabeza. Justin le devolvió la sonrisa más grande y brillante que Catalina recordara haber visto nunca, así que no pudo evitar sonreír.
Y con ese simple gesto Catalina y Justin desde ese día se volvieron inseparables. Jugaban juntos todos los días en el parque, iban a casa del otro a ver películas y a imaginar ser superhéroes o famosos cantantes de rock. Se hicieron los mejores amigos, se lo contaban todo, y aunque fueran a colegios diferentes quedaban para ayudarse a hacer los deberes todos los días después de clase.
Todo era perfecto hasta que un día, justo al cabo de un año, cuando Justin tenía 9 años y Catalina 8, quedaron como cada día, a la misma hora y en el mismo parque donde se conocieron. Justin estaba sentado en un banco con una flor en la mano, y muy, muy nervioso. Se mordía las uñas y de vez en cuando se tocaba el pelo para comprobar que lo tenía bien. Iba a pedirle a Catalina que fueran novios. Total, ya casi lo eran, ¿no? Catalina nunca le había dicho que le gustara ningún chico, y que él supiera no hablaba con mucha más gente aparte de él. Pero a Justin le gustaba Catalina, le gustó desde el primer día que la había visto ensimismada mirando mariposas sentada en el suelo.
Y pasó una hora desde que habían quedado. Dos. Tres. Pero Catalina no apareció. Al día siguiente Justin volvió al parque, pero ella tampoco estaba allí. Fue todos los días durante dos meses, hasta que al final juró que no volvería a pensar en Catalina ni a pisar ese parque…

Siigueeelaaa!!!! (:

Uooooh una lectora!! X)

Dios, pensaba que en este foro no entraba nadie xDD
Como nunca veia comentarios ni nada, pues pense que la gente no entraba :S :S :S
Bueno, si veo algun comentario mas la seguire!! >.<

Un beso!! ^^

La redacción del texto está bastante bien, sin faltas de ortografía (enhorabuena!) pero hay un pequeño detalle que me chirría un tanto y que no me cuaja.

"Él le enseñó una brillante hilera de dientes blancos"

Considerando la edad de los niños, que tenga los dientes impolutos es más bien complicado, dado que el blanco (y menos brillante) no es un tono natural en los seres humanos y menos en niños de la edad descrita en el texto.